Las etiquetas que ponemos a los niños pueden generar comportamientos no deseados.
«Es muy
tímido», «es muy malo y desobediente», «no se entera de nada»,
«es pasivo»... Lo que pensamos, lo que decimos... A veces no somos
plenamente conscientes pero juzgamos y etiquetamos a los niños
prematuramente, condicionando su comportamiento y produciéndoles
unas heridas que, metafóricamente, pueden llegar a estar sangrando
durante muchos años si no se reconocen y cicatrizan correctamente.
Es el llamado «efecto pigmalión» de los padres sobre los
hijos, o de los profesores sobre los alumnos. «Demasiadas veces se
pronuncian expectactivas o prejuicios durante el proceso comunicativo
con los más pequeños sin tener en cuenta que en el futuro pueden
originar sentimientos, comportamientos o rendimientos no esperados
y/o deseados», apunta Alba García Barrera, profesora de
Psicología de la Universidad a Distancia de
Madrid (Udima). «En toda relación entablada con niños y
adolescentes debe prestarse especial atención a la forma en que
expresamos y transmitimos nuestras ideas, especialmente aquellas que
afectan a su propia forma de ser, actuar o pensar sobre una
determinada cuestión ".
¿Por
qué sucede esto? «Porque solemos olvidar que una persona desarrolla
su autoconcepto
en
función de las expectativas
que
depositan sobre nosotros las personas de referencia en nuestro
entorno», prosigue esta especialista. «Es decir, un niño va
formando el concepto que tiene de sí mismo en base a las
valoraciones que recibe de sus padres, de sus abuelos, de sus tios,
de sus maestros...
En
este artículo de prensa publicado en el ABC.es se exponen las
situaciones que seulen ocasionar el denominado efecto "pigmaleón"
en los ámbitos tanto escolar como familiar.
"Es muy fácil afectar "Al niño que se suele "Debemos motivar
de forma inconsciente comportar mejor se y elogiar a
a los niños con nuestras le regala menors y nuestros hijos"
palabras" al contrarrio"
Finalmente, en el mismo artículo nos muestran algunas pautas importantes para Potenciar la Autoestima de los niños, tales como:
- Aceptar y respetar al niño.
- Reconocer sus posibilidades y limitaciones.
- Crear un ambiente agradable y de confianza.
- Potenciar la comunicación. ¿Cómo? Mediante la pregunta y la escucha.
- Prestar atención al lenguaje verbal y no verbal.
- Favorecer la iniciativa del niño, estimular la exploración y el descubrimiento.
- Tener expectativas realistas y positivas sobre las posibilidades de los niños.
- Cultivar la empatía, lo que equivale a ponerse en el lugar del niño, aceptarle y comprenderle.
- Hacer juicios positivos sobre los niños y evitar los negativos.
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FDO: VAJUSUCRES
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